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27-01-1933 / CESA LA LEY SECA EN CERVAS (Ares), hace 74 años

27-01-1933  /  CESA LA  LEY  SECA  EN CERVAS  (Ares), hace 74 años

Sí señores/as, según recogía La Voz de Galicia del día 27 de enero de 1983, en su sección  de HACE 50 AÑOS, es decir en el 1933. Se cumplirán ahora 74 y ya muy pocos lo podrán recordar.

La noticia decía que desde el 27 de enero de 1933 y despues de un año de "Ley Seca" en CERVAS (Ares y no Mugardos como ponia el periódico - el error se repite a menudo-), se volvía a vender bebidas alcoholicas.

Es decir que hace tres cuartos de siglo, se había declarado la Ley seca al vecindario a causa del impuesto con que las había gravado el Ayuntamiento y que ahora, gracias a un concierto quedaba suspendido.

En aquella época no se había inventado todavía "El Botellón". No había medios para ello. Ni siquiera tenían botellas de plástico, ni supermercados para comprar.
Pero seguramente que funcionaría el "estraperlo" y la mafia, que estas medidas siempre traen.

Nos causará admiración y asombro, ... pero ,ahora tenemos la Ley de prohibido fumar, el tabaco ya se compra a precio de estraperlo y contrabando. Y no se descarta la llegada de otra Ley Seca.

¡¡La historia se repite!!

XXVII ANIVERSARIO DEL CENTRO CULTURAL OUTEIRO DE CHANTEIRO

XXVII  ANIVERSARIO  DEL  CENTRO  CULTURAL  OUTEIRO  DE CHANTEIRO

Este primero de diciembre 2006, se conmemora el 27 aniversario de la inauguración del Centro Cultural OUTEIRO de Chanteiro.
Para recordar tal efeméride, podemos hacer un poco de historia sobre la creación de esta Sociedad, orgullo lógico de los vecinos de Chanteiro por el esfuerzo colectivo para la construcción del edificio y su puesta en funcionamiento.

Los terrenos en que se erige la edificación fueron donados por el chanteirés emigrado a Venezuela Agustín Pena. En principio los terrenos estaban destinados, por deseo del donante, a construir en ellos las Escuelas de Chanteiro. Un deseo, por otra parte común en todas la personas que emigraron por necesidad y echaban en falta la incultura e instrucción, que ellos no tuvieron, pero deseaban pudieran tener las generaciones que quedaban aquí.

Pasaron muchos años, los deseos expresos del donante no se cumplieron por dejación de las administraciones públicas. Y más tarde, las disposiciones de los organismos de Educación  optaron por la construcción de Grupos Escolares Comarcales Centralizados.

Entonces, los vecinos de Chanteiro, vieron que se podría dar cumplida la idea del donante de que los terrenos dedicarlos a "labores cívicas", y a tal efecto en 26 octubre de 1969, se reunieron sobre el mismo terreno un grupo de vecinos para ver la dedicación que podría darse a la finca, que estaba ya escriturada a nombre del ayuntamiento de Ares, pero con unas condiciones y clausulas que indicaban el fin a que debería ser destinada.

En esta asamblea vecinal surgió la idea de construir en estos terrenos un Centro de reunión, cultura y esparcimiento.

Esta idea se trasladó al Ayuntamiento de Ares y al donante de los terrenos que la acogieron favorablemente.
Posteriormente se formó una Comisión Organizadora y se asociaron a la idea un centenar de vecinos.
Se estableció ya una couta mensual de 50 pesetas y el compromiso de llevar a cabo los trabajos por el sistema de "prestación personal", trabajando en turnos los días festivos.

Pero no había dinero para materiales ni herramientas.
El Ayuntamiento de Ares, presidido por Justo Montero acordó hacer una aportación de cien mil pesetas que pagaría exclusivamente en materiales. También gestionó otra ayuda de otras cien mil pesetas de la Diputación.

Esto fue únicamente con lo que se contó. Todo lo demás se debe a aportaciones de los socios y beneficios de barracas de bebidas que se instalaban durante las fiestas.

Se hicieron gestiones y solicitudes de aportaciones ante la entonces Delegación de Turismo y Fundación Barrié de la Maza, sin ningún resultado.

Ya en etapa democrática, se hicieron intensas gestiones en la Delegación de Cultura. El entonces Delegado Seijas Flores prometió medio millón de pesetas, pero todo se esfumó. La subvención dijo que dependía de Madrid. (?).

Mas tarde la que era Vicepresidenta tercera del congreso de los Diputados, la coruñesa María Victoria Fernández España, prometió hacer gestiones ante el Ministerio de Cultura en el que mandaba su amigo Pío Cabanillas. Y nada.
Fernández España también prometió donar una biblioteca y tampoco lo cumplió.

En fin, los vecinos siempre en solitario y de ahí el mérito que suposo esa obra.

Las obras del edificio comenzaron en junio 1970 y tuvieron varias interrupciones, debido a la falta de medios económicos, llegándose incluso a la necesidad de algunos socios, tener que aportar algunas cantidades de su peculio particular en concepto de préstamo.

Legalizada la sociedad con la denominación de Centro Cultural Outeiro, se eligión la primera Junta Directiva en 27 de febrero de 1979.

Y, por fin, el sábado 1 de diciembre se hace la inauguración.
Al acto asistiron el primer alcalde de Ares de esta etapa democrática, recientemente elegido  José Cortizas Gil, Delegado Provincial de Cultura Sr. Vidán Torreira y el poeta amigo de esta sociedad Xosé María Pérez Parallé.

Todos en el uso de la palabra resaltaron la labor llevada a cabo por los vecinos de Chanteiro y se ofrecieron para cualquier iniciativa del Centro.
En nombre del Outeiro hablaron el presidente Manuel Doval Grela y el secretario Roberto Mayobre Rebón. Estos directivos elegidos para la primera Junta, ya lo fueron tambien durante  los 10 años de la Comisión Organizadora, junto con otros miembros más.

Despues de los actos protocolarios se celebró un baile que estuvo amenizado lor el Conjunto musical Los Tambar de Ferrol.

Este año, para celebrar el 27 Aniversario, hay otro baile el sábado dia 2 diciembre 2006, con la Orquesta SOLAMERICA.

¡¡Felicidades a todos!!

 

Alcumes de Xentes de Chanteiro

Alcumes de Xentes de Chanteiro

Anticristo, Arete, Aviador,

Bedoya, Befo, Bidolo, Burra,

Cabador, Caballero, Cabilla, Cagallón, Caía, Calexa, Canalejas, Canalla, Cané, Capizo, Carballo, Cariñito, Cariño, Carneiro, Cesteira, Cirila, Cirujas, Condesa, Cochero, Codecho, Colalé, Copón, Coreana, Couta, Crega, Cuca,

Chacina, Chan-kai-che, Chaparrita, Chapas, Chatarra, Cheíño, Chinquilla, Chirivía, Chirola, Chisca, Chiste, Choni, Churrasqueira, Chosca, Chubasco, Chuchú, Chupamantas, Chuquito, Chuzo,

Espuela,

Faxurdo, Fuciños,

Gadaña, Gallo, Gitana, Guarismo,

Jarocha, Juache, Juaté,

Lápis, Larapetas, Larigorri, Levita, Longa, Lustre,

Manecilla, Marconi, Mincho, Minero, Ministro, Molotóf, Montañés. Monxo, Moreno, Morito,

Pachina, Pajarito, Payana, Paneta, Paquirri, Parrocho, Parrulo, Parteleña, Patachín, Peida, Pejo, Pepote, Piano, Piriño, Piro, Perrallas, Perrángano, Pexego, Piaña, Pifa, Pimborete, Pipo, Pirijuano, Pitón, Pitusco, Pixiñas, Plaja, Polela, Proletario, Puí, Pulga, Purifica a Loca,

Raña, Reimunda, Rojito, Roxo, Ruela,

Sousiño,

Tarela, Tontarrón, Totó, Tropezón, Truman,

Uría,

Vaquera, Velaivai, Vizcaya, 

Xargas, Xiro,

Yiyi,

Zoqueiro, 

FAMILIAS

  1. Familia da Corredoira,
  2. id. da Fonte,
  3. da Porta,
  4. da Roxa,
  5. da Vixen,
  6. de Santos,
  7. do Bosque,
  8. do Franco,
  9. do Monte,
  10.  do Rebón
  11.  do Rei,
  12.  do Souto,
  13.  do Val,
  14.  do Manxol
  15.  dos Cocheros
  16.  dos Codechos

España debe salvar de la horca a Sadam Hussein

España debe salvar de la horca a Sadam Hussein

 LA FOTO CON FRANCO

 El ahora condenado a muerte Sadam Hussein
tiene la Condecoración española de la Gran Orden de Isabel la Católica

Era un momento importante en la vida del entonces jóven vicepresidente de Irak Sadam Hussein. Hablamos de cuando Franco, pocos meses antes de morir, le concede la condecoración de la Gran Orden de Isabel la Católica en agradecimiento por haber mantenido a España bien abastecida de petróleo a pesar del embargo del 73.

Sadam Hussein aún hoy permanece condecorado y no ha perdido su título.

Una de las ventajas de este título es que puedes pedir ayuda al consulado español de cualquier país si tienes cualquier problema. También puedes solicitar la asistencia de un abogado español cuando lo desees.Por ejemplo, ahora en su juicio, podría echar mano de todas estas ventajas...

¡¡ CHANTEIRO , ........ DONDE EL ATLANTICO GOZA !!

¡¡     CHANTEIRO , ........    DONDE EL ATLANTICO GOZA   !!

Artículo publicado en varios medios de comunicación
Romayo

domingo, 18-septiembre- 1977
«Chanteiro, donde el Atlántico goza»

Por ROBERTO MAYOBRE REBON
Chanteiro celebra estos días sus tradicionales fiestas de la Merced.
Si siempre es agradable la visita a Chanteiro durante cualquier época del año, magnífica la ocasión que se brinda en estos días de fiestas. Vale la pena acercarse por aquí y disfrutar de la naturaleza sin cortapisa alguna, sentir y contemplar el Atlántico con sus claras aguas.

Fue en el año 1970 cuando buscando un «slogan» para ensalzar a Chanteiro y sus fiestas se nos ocurrió este de “Chanteiro, donde el Atlántico goza”. Desde entonces la frase ya se hizo popular en toda la comarca, figurando siempre en los carteles y programas de fiestas.

Chanteiro, donde el Atlántico goza” creemos que le sienta bien a este lugar.
El Océano Atlántico en efecto, parece que disfruta batiéndose y produciendo espuma salitrosa contra los agrestes acantilados de Coitelada y Avarente; goza acercándose suavemente y acariciando, cual amoroso amante, las blancas y limpias arenas de nuestra playa, logrando con afanoso empeño postrarse ante la ermita de la Merced, a la que perfuma con su fresco olor a yodo y salitre.

La playa de Chanteiro, enfrentada totalmente al mar abierto, se le ofrece al inmenso Atlántico como sumiso novia y él la estrecha con sus dos poderosos brazos de mar convertidos en la rías de Ares y El Ferrol

Es aleccionador contemplar desde cualquier lugar de Chanteiro al Océano Atlántico, ya sea cuando se muestra suave y cariñoso ya cuando aparece bravo, irritado y devastador.

Se dice, y no nos extraña, que Pompeyo descuidé las exigencias de la guerra para ver una puesta de sol desde nuestras costas. Bien vale la pena acercarse a estos contornos y disfrutar de la impresionante belleza de una puesta de sol en el horizonte marítimo del Atlántico.
En los atardeceres veraniegos, el disco solar coloreado en rojo intenso, se va hundiendo lentamente en el Océano. Parece como si sudoroso y sediento después de un día caldeado. fuera a apagar sus ardores al inmenso abrevadero del mar y lo hiciera con tanto deseo, que en su irrefrenable afán por calmar su sed se fuera ahogando con sorbos de olas adornadas de blanco encaje.
Es todo un espectáculo, desde luego digno de ver. Hay quien asegura que el último rayo que se deja ver es de color verde, un verde quizá extraído del mismo mar, que el Sol en su agonizante desaparición eleva al cielo infinito.

Además, la contemplación del mar con su incesante vaivén reconforta y anima y nos hace recordar sentimentalismos vividos o imaginados: la Atlántida, el Jardín de las Hespérides, el Mar Tenebroso, los familiares que buscando otros horizontes emigraron a la otra orilla, los barcos y hombres gallegos que por la ruta del mar buscan la seguridad para sus vidas, encontrando a veces la muerte. En fin, evocaciones sin límite que el mar nos trae.

Invitamos a todos a que visiten ”Chanteiro, donde el Atlántico goza” durante estos días de fiesta para que gocen ellos también con nosotros.

Sobre la HISTORIA DE ARES - Apuntes de A. Felpeto

Sobre la   HISTORIA DE ARES  - Apuntes de  A. Felpeto


Notas sobre la HISTORIA DEL AYUNTAMIENTO DE ARES

ARES, Ayuntamiento de 18.5 Km cuadrados y 5.200 habitantes se halla situado al NO de la provincia de La Coruña y forma con el de Mugardos una pequeña península entre las rías de Ferrol y la de Ares.

Está situado en el "seno de los ártabros", pueblo de raza celta que la ocupó y del que quedaron muchos vestigios, así como de otros pueblos que en ella se establecieron o por ella pasaron.

Se desconoce la etimología de Ares, aunque pudiera ser fenicia ya que Ara Solis era una ciudad de este pueblo en Finisterre. El historiador ferrolano Benito Vicetto afirma ser griega y que en Montefaro, monte en cuya ladera está la villa, había un templo al Sol. Hace unos años en unas excavaciones realizadas en terrenos del ex-convento de terciarios de Montefaro apareció una piedra con un disco solar, que pudiera corroborar lo afirmado por el citado escritor. Dicha piedra se halla expuesta en el jardín-museo del citado convento, hoy dependencia militar.

En el mismo monte hay un lugar llamado "Pena bailadora" que sin duda alude a monumento megalítico celta.

Ares era el nombre que los griegos daban a su dios de guerra Marte. Sin embargo el historiador Verea y Aguilar y también García de la Riega se inclinan por la ascendencia céltica ya que AR o ARU es de raíz céltica e indica Dios y con este nombre y derivados fundaron numerosos pueblos en la zona que ocuparon: Ares, Areosa, Arosa..., que dan fe de lo afirmado.

Ares tiene como escudo de Armas un castillo que, sin duda, hace referencia a los numerosos que guarnecían su territorio: S. Martín de Padilla y Segaño en la ría de Ferrol; Sta. Marina, S. Fernando,. Raso y los que defendían la entrada de su puerto en la ría de Ares. También pudiera hacer alusión a la torre que campea en el escudo de los Andrade de poderosa familia que, junto con el Cabildo de Santiago, ejercía el señorío en el territorio. La Villa era pertenencia del Cabildo de la iglesia de Santiago que nombraba en ella los Justicias y demás cargos públicos a los que luego exigía cuenta de la gestión cada cuatro años en los "Juicios de Residencia". Modernamente se le han añadido al escudo dos cocas sobre las almenas, pájaro que abunda en la ría, según se puede ver en el nuevo edificio consistorial. (1).

De momento se desconoce razas aborígenes anteriores a la celta. De este pueblo han quedado en la toponimia local abundante léxico: Ijobre en San Vicente de Caamouco, parroquia del Ayuntamiento; Castro y Mayobre en Ares; Catro, Cruz de los Castros en la parroquia de Cervás y sobre todos ellos Lubre, el lugar sagrado para este pueblo celta. Por lo citado se ve que abundan los "castros". Aunque ninguno conserva un buen estado debido a la despiadada destrucción sistemática a que fueron sometidos en busca de imaginativos tesoros.

Los romanos también dejaron constancia de su paso como nos lo recuerda el puente de la "Ciscada" y que está sobre la vía que conducía de Ares a Pontumio (Puentedeume). También la toponimia nos indica esta presencia: Coitelada, Agarrios, Outeiro, Torre, Vigo, Porto, Lago...

Los suevos también dejaron impronta en esta tierra: Aten es un lugar de la parroquia de Cervás, que en germano indica padre. Con motivo de un pleito entre el arzobispo Gelmírez y el obispo de Mondoñedo D. Gonzalo, sobre jurisdicción en Bezoucos, arziprestazgo que comprende Ares, en la avenencia a que dio lugar firma como testigo el párroco de Cervás Almóndiz, en el siglo XII, de indudable ascendencia sueva. (2).

De los árabes poco cabe citar ya que aquí no permanecieron y sólo lo hacían en las "razias". los historiadores nos hablan de una batalla en Pontumio con D. Fraguela y también en tiempos de Alfonso II el Casto que libró otras dos contra los árabes en esta Comarca. Aun hoy subsiste en la villa luna plaza con el nombre de "Alfolí", de origen árabe.

Los ingleses también apetecieron estas tierras, como sucede en el año 1.719 en que desembarcaron en el arenal de Chanteiro, parroquia de S. Pedro de Cervás, en un amago de caer después sobre Vigo. En 1.804 y con motivo del cerco de Ferrol la escuadra inglesa se enseñorea de la ría llegando a carenar sus buques en el arenal de Raso.

Los franceses estuvieron dos veces en la Villa, en el año 1.808 y 1.823 de lo que hay abundante testimonio en el archivo municipal.

La Casa de los Andrade. Como queda dicho, ejercía su señorío en el municipio y percibía la renta de frutos llamada "Pan de Chanteiro" que se recogía en Lubre, parroquia matriz de la Villa. El más poderoso nombrado de esta familia Fernán Pérez de Andrade o "Bo" edificó en la parroquia de S. Pedro de Cervás, lugar de Chanteiro la ermita de Ntra. Sra. de la Merced y en Montefaro el monasterio de terciarios de Santa Catalina. Para sustento de la Comunidad les concedió la villa de Mugardos y portazgo del puente de Puentedeume, donde había hospital para peregrinos y capilla donde debía decir Misa la Comunidad en su honor.

También tiene importancia la iglesia románica de Lubre, que era del Cabildo, y que fue parroquia hasta 1.720. En su interior hay interesantes losas sepulcrales de familias que dieron notoriedad a la Villa, así como un primitivo altar pétreo. Algún historiador afirma que no debe darse demasiada antigüedad a esta edificación porque se desconoce que en 1.753 fue reedificada casi totalmente por el Cabildo, porque amenazaba ruina y uno de los Maestros que intervinieron en la reconstrucción, enviado por el Cabildo fue Francisco de Monteagudo. (3)

Entre las familias hidalgas de Ares podemos citar a los Baamonde, de la que desciende el Caudillo por la línea materna, cuyo escudo de armas campea en una casa de la Villa. También los Solloso, ilustre familia de escribanos y canónigos tiene su casa solariega en Lubre. Mención especial merece D. Francisco Bermúdez de Castro y Sangro, señor del Piñeiro, hermoso pazo hoy reconstruído, en San Vicente de Caamouco, que se distinguió en la lucha contra los franceses en 1.808 y fue comisionado por la Junta Suprema de Galicia a Londres para que recabara del gobierno inglés auxilio para la lucha y el rey Jacobo lo tenia en gran estima y le regaló una tabaquera de oro y brillantes.(4).

También cabe citar entre los hijos ilustres de Ares a los hermanos poetas D. Juan y D. Francisco Trillo Figueroa, pues nacieron en el castillo de S. Martín de Padilla, fuerte que defendía la entrada de ría de Ferrol en términos de Ares, donde su padre era castellano. D. Juan es autor de genealogías y D. Francisco de un poema épico sobre la gesta del Gan Capitán en Italia: "Neapolisea". (5).

Mención especial merece la colonia judía que tuvo Ares donde había una Sinagoga, de la cual se conserva una parte de la estrella de David que hoy sirve de dintel de una casa. El marqués de Lozoya y D. Ramón Menéndez Pidal citan este dato.

En el archivo municipal se hallan nombres de personajes judíos interviniendo activamente en la política y cultural del pueblo. Hallamos el nombre de D. Manuel de Castro y Almeida, judíos procedentes de Portugal y que llevaban en arriendo las salinas de la Villa. En el año 1.665 figuraba una petición de Bernardo Tortora para enviar a su hijo Antonio a estudiar a las Universidades de Salamanca, Bolonia y Roma. Figuran también los apellidos Coello, Calamar, Flores, Coronel, Ferro este ultimo de Betanzos donde eran banqueros.

En 1.673 D. Manuel de Castro lleva en arriendo la sal en 5.000 ducados por Ares y 3.000 por la de Puentedeume.

La enseñanza tuvo importancia en Ares donde había un importante núcleo de hidalgos que enviaban sus hijos a la Universidad. Así hallamos que en 1.646 Alonso de Leiro paga 25 ducados por la estancia de un curso en la Universidad de Santiago de su hijo Juan. El primer Maestro de primeras letras de que tenemos noticia es Alonso de Chanteiro en 1.675 que percibía 500 reales al año.

Debía ser numerosa la colonia estudiantil en Ares por cuanto hallamos que en 1.656 se celebra una fiesta en honor de San Roque con comedia y corrida de toros, y en años sucesivos, por iniciativa de los Estudiantes hijos de esta villa.

Modernamente y a principios de siglo los emigrantes de la Villa en la isla de Cuba fundaron la "ALIANZA ARESANA DE INSTRUCCIÓN" , Institución decana en Galicia para la Educación.

Riquezas de Ares en tiempos pretéritos el vino. Con el impuesto sobre el vino fueron establecidas las dotaciones en 1.844 y que importaban 3.600 reales. Otra riqueza en trance de extinción y que dio fama y renombre a la Villa fue la pesca. Los catalanes le dieron auge y poderío cuando aquí se establecen en el siglo XVIII.

Hoy la vida en Ares ha tomado otros rumbos de acuerdo con el fenómeno socio-ecenómico de nuestro tiempo: el TURISMO. Ares se ha convertido en una bonita villa veraniega. Tiene buenas playas: Raso, Ares, Chanteiro y vistas panorámicas tan esplendidas como la que se divisa desde Montefaro.

Otro hijo ilustre fue D. Juan Mariño de la Barrera, que nació en Ares el 6 de noviembre de 1.747. Fue colegial de Fonseca. Caballero de la Orden de Carlos III, Alcalde de Casa y Corte, Ministro de Cámara de la Universidad de Alcalá.

(1). Archivo Municipal de Ares

(2). Hª de la Iglesia Compostelana L. Ferreiro

(3). Archivo Municipal de Ares

(4). Revista Galicia - F. Martinez Morás

(5). Francisco y Juan de Trillo y F. Antonio García Morroll

Ares 11 de abril de 1.975 -

CHANTEIRO Y SU SANTIÑA: - DIVAGACIONES NOSTALGICAS -

CHANTEIRO Y SU SANTIÑA:   -  DIVAGACIONES NOSTALGICAS  -

 

CHANTEIRO Y SU SANTIÑA: DIVAGACIONES NOSTALGICAS

Rompía el pletórico oleaje mostrando la blanca y delicada espuma que lame la ribera, cuando el experto patrón de la lancha motora consiguió desembarcarnos, cerca del arenal chanteirés, sobre un enorme y áspero peñasco encima del que pudimos hacer pie, no sin ciertas dificultades. Luego, a través de un sendero de pescadores, ganamos el camino de Salgueiras donde un poco más adelante nos esperaba un taxi que previamente habíamos contratado para nuestra visita.

Ya desde el improvisado desembarcadero divisé, entre tanto paisaje quemado, la inconfundible estampa, aún bien grabada en mi memoria, de la fachada de la ermita de la Santiña mirando al mar. ¡Que decisión tan arriesgada, pero tan estética y hermosa, la de culminar este frontal principal del viejo templo gótico con un campanario barroco! Y, tambien, mirando hacia la ribera, un poco más allá de donde habíamos desembarcado, pude pintar en mi imaginación, sin dificultad alguna, el viejo embarcadero de madera del que tuve cabal noticia en mi juventud. Parece, según mis referencias, que su último servicio pudo ser cuando por allí se recibían materiales y armamento para artillar la recién construida batería de costa de Salgueiras. Pero aquel artilugio que ahora concibo se remonta a muchos años atrás ya que hay constancia histórica de navíos chanteireses con tripulantes, paisanos nuestros, que comerciaban por mar, y tambien se utilizaban para este tráfico mercantil, desde aquí, los veleros inglesas que traían peregrinos, cuando emprendían su singladura de retorno.

Hoy que tan de moda vuelve a estar la peregrinación jacobea, hay que decir, para dejar una referencia a los estudiosos, que Chanteiro fue un privilegiado lugar de desembarco y desde aquí, posiblemente desde aquel muelle artesano de madera que yo me imagino ahora, arrancaba un ramal que seguía el llamado camino real. En el mas antiguo mapa de la ría de Ferrol que se conoce, el realizado por el veneciano Andrea Corso en el año 1498 ya aparece en Chanteiro un hospital templario que unos quieren localizar en el cercano convento de Montefaro pero yo prefiero verlo, ¿por qué no? al lado de la ermita fundada por O Bó, dentro de su pequeña abadía. La misma carta localiza otro hospital en la cercana parroquia de Franza y lo da, tambien, como dependiente de Montefaro.

Abordamos el taxi en aquel lugar en que antaño hubiera una fuente de fuerte caudal, de frescas y cristalinas aguas, muy amurallada en perpiaño y cuidada como corresponde a su importancia, puesto que era utilizada por las naves propias y de fuera para hacer aguada. Hogaño nada queda de aquel precioso manantial que aparece cubierto de maleza y yo pienso que más que maleza, lo que lo tapa es la desidia de los que tienen la obligación de velar por estas pequeñas cosas que tanto significan dentro del patrimonio de un pueblo.

Antes de sentarme en el auto, recreo mis fatigados ojos, que parecen recobrar vista perdida con la familiar estampa, contemplando en la cercanía el campanario de la pequeña ermita que la hora vespertina de este día de septiembre pinta de un indefinido color ocre que más bien parece oro viejo y resalta el bronce pizarroso de sus dos campanas. ¡¡Que real belleza!!

El taxi nos trasladó hasta el propio atrio tan conocido por mí. Nada mas apearnos, olores y sonidos llenaron mi ánimo y me sumieron en una profunda y temida emoción. Siempre pensé que tiene que haber un no sé que en la atmósfera de este primitivo lugar que estimula a uno y le hace sentir el suelo bajo los pies en comunión con las otras pisadas que allí fueron desde los primeros tiempos.

Percibimos unos murmullos y, acercándonos hasta la abierta puerta del templo, pudimos apreciar que unas cuantas personas hacían la novena repitiendo aquellas oraciones tan viejas y musicales que en mis tiempos aprendí de memoria. No oficiaba sacerdote ni acólito. Era una mujer quien dirigía los rezos. Y pensé yo, Virgenciña querida, que durante seis o siete siglos, todos los días del año, uno a uno y a estas mismas horas, se elevaron en tu ermita los solemnes latines de vísperas con la participación de no menos de media docena de franciscanos y de los devotos que los acompañaban. ¡Y hoy, ni un solo cura!

No entramos en la capilla ya que estaba repleta de fieles y me pareció mejor calmar mi incontenible emoción en el exterior. ¡Tiempo habría para dar gracias en la misa mayor del domingo! Paseamos sobre la fina hierba que casi no crece y vimos que la composición tallada sobre la puerta principal todavía luce aquel arreglo, improvisado con argamasa, que creo recordar procede de los años cuarenta del siglo pasado. El rosetón abierto un poco mas arriba carece de la bellísima vidriera que yo le recordaba. Es una pena y tambien lo es que la cruz flordelisada que culmina el ábside se haya roto hace unos años y continúe en tal estado. Este abandono exterior pone de manifiesto la falta de dinero o la ausencia de quien lo pida, aunque creo que lo peor del bello atrio es la reparación del murete de piedra frente a la fachada del campanario realizado de forma chapucera y con cemento. Eché de menos el primitivo muro, posiblemente menos sólido, pero cubierto de vieja vegetación a tono con este lugar sagrado. Desconozco quien debe velar por el patrimonio histórico-religioso, pero apostaría que la curia compostelana desconoce este asunto, ¿verdad, querido Doctor Cerqueiro?

Cuando la novena concluyó, con el canto de la Salve en cuyas voces pude percibir el característico tono de las personas mayores con preponderancia femenina, una vieja enlutada, que salía con prisa, nos indicó que antes de estos rezos se había oficiado la Santa Misa. Parece ser, según nos dijo, que el señor párroco de Ares que, al parecer, es el encargado de la parroquia de Cervás no dispone de mas tiempo. Y, en efecto, recordé, que en el momento en que nosotros llegamos al atrio un joven abandonaba el lugar a buen paso encaminándose a un coche particular que lo esperaba con el motor en marcha. ¡Malos tiempos para esta vieja parroquia sin su propio pastor de almas!

Los asistentes se fueron dispersando y nosotros aprovechamos para visitar el interior del templo donde me complací informando a mis acompañantes de las características del mismo. El recinto sagrado ha sufrido pocas variaciones desde mis tiempos: hay un altar de piedra, de frente como manda el canon, y tras él se levanta una pétrea columna, muy sencilla, para sostener la imagen. Hay luz eléctrica y han desaparecido los púlpitos de granito y los exvotos marineros. Luego, otra vez en el atrio, después de que aquella joven morena cerrase la puerta tras nuestro agradecimiento por la espera, intenté enseñar a mis viajeros la fuente de la Santa. Vano intento ya que la pequeña distancia a recorrer aparece cubierta de maleza. Tampoco pudimos ver, ni el lugar donde la tradición dice que se apareció la virgen y que mis paisanos tenían por sagrado, ni aquel otro, aquí mas arriba, donde de niños nos complacíamos taconeando el terreno con nuestros pies pues sonaba a hueco. Y siempre pensábamos en el tesoro escondido, seguramente encantado, aunque el único que veía al enano guardián vestido de vivos colores, era yo, y esto tengo que decirlo.

La gentil moza que se demoró con nosotros para cerrar el templo nos indicó que la fuente está allí, pero no se puede llegar a ella. En cuanto al supuesto lugar de la aparición quedó dentro de una finca privada y no es visitable. Cosas de la vida.

Por cierto que antes de que esta damita se alejase me pareció reconocer en sus bellas formas a otra jovencita de mis tiempos, allá en Pedrachá. Quizás ésta fuese descendiente de la otra, pero no quise preguntar para no abrir otros recuerdos...

Antes de subir de nuevo al taxi me fundí en un fuerte abrazo con uno de los dos árboles que quedan en el "adro" y tuve que explicar a mis sorprendidos compañeros que era lo menos que podía hacer por ellos. Al comienzo fueron cuatro y los dos que quedan están a punto de cumplir un siglo. Según me contaron hace tiempo, los cuatro iniciales fueron plantados por los niños de la escuela en la primera fiesta del árbol que se celebró en Chanteiro, que muy bien pudo ser en el año 1913. Salimos del atrio e iniciamos un recorrido a muy poca velocidad, en el que fui saboreando, como quien ve una película ya conocida, el contenido de la vieja carretera ahora asfaltada: El molino de Antonio de Coira, desaparecido. El salón "La Palmera" convertido en vivienda. La taberna de la señora Filomena y la de la señora Dolores, cerradas. El "Bar Buenavista" ¡y por Dios que la tenía!, fuera de servicio. Aquí y allá grupitos de personas regresaban de la novena, por esta carretera, y por su caminar y dirección eran de Cervás o quizás tambien de Ares y de Mugardos. Me alegró comprobar que los devotos venían de lejos y a pie, como los romeros que saben del valor de su esfuerzo.

Aprovechamos la buena media hora que todavía quedaba de luz y desde Combarro subimos a Montefaro, ya que el taxista nos indicó que podía hacerse en auto esta ruta. Subimos por Leiro arriba y no quise parar en el Monasterio puesto que no era objetivo para esta ocasión. Tal vez otro día. Me dolió comprobar que las dos tascas que tantos años estuvieron allí, al pie del cruce bajo el palio de los añosos castaños, para saciar la sed de caminantes y militares, estuviesen en ruinas y éstas cubiertas de zarzas. Fuimos directos a la cumbre de la montaña y nos detuvimos encima de la abandonada batería de Fonteseca construida sobre la antigua cima. Una de las panorámicas mas majestuosas que puedan mirarse y mas, como en este caso, al ser la puesta de sol. Permanecimos allí, mudos de emoción, hasta que el colorido disco ahogó su brasa por completo, produciendo en su agonía cambiantes colores y extraordinarios matices en las nubes. Nada dije a mis compañeros, pero pensé para mí que bien pudo ser cierto aquello que viene en Vicetto cuando dice que Bruto el Galaico y sus legionarios romanos interrumpieron su ofensiva conquistadora para admirar, desde un lugar cercano a este, como se ponía el sol en el Océano Tenebroso.

Es ya entre lusco y fusco cuando entramos en una moderna posada, cerca de Roibeiras, donde nos proponemos cenar y pasar la noche, aunque yo, antes de ir a la cama, tomo mi pluma y comienzo estas apresuradas notas de las que tengo hecho propósito, aún siendo consciente de cuanto voy a dejar en el tintero.

A la mañana siguiente, bien desayunados, nos trasladamos nuevamente a Chanteiro para estudiar el templo con más detenimiento, ya que uno de mis acompañantes es fotógrafo. La aldea despierta bajo el sol otoñal aunque echo de menos el humo de las chimeneas que, cuando niño, se multiplicaba, a esta hora, en blancas columnas que se iban perdiendo en el cielo. En el silencio de la solitaria iglesia me interesó destacar a mi amigo, el artista de la cámara, los elementos decorativos de los desgastados capiteles, minúsculas representaciones que pasan desapercibidas a los visitantes aunque vienen muy estudiadas en aquel libro de Molina Taboada. Tambien en el de Rodríguez Fraiz, dedicado al templo, aunque éste pocas bibliotecas lo poseen y ya es inutilidad el preguntar por él.

Sentados en aquel murete del atrio expliqué a mis amigos, al igual que tuve el honor de hacerlo en aquel domingo de finales de mayo de 1949 a nuestro recordado patriarca don Ramón Otero Pedrayo, -¿te acuerdas Toimil?- que cuando aquí es romería, cada lunes de pascua de Pentecostés, venían todos los pendones y cruces de las parroquias, de Ferrol para acá, a hacerle honra a la Santiña y entregarle su flor en cumplimiento de sagrado voto. Votos que los pueblos olvidan pues me informan que ya no hay "memoria histórica" nada más que para algunas y según que cosas. Pues bien, alguien debiera tomar nota de que don Ramón, que no firmó el libro de visitas pero si lo curioseó con gran complacencia, nos indicó su alegre sorpresa al ver que allí se repetían los nombres de dos devotas: Balbina y Basilisa, y con que interés nos interrogó sobre si conocíamos en la feligresía a alguna Balbanera. Tengo para mí que estos nombres tienen que estar inmortalizados en alguna de sus obras.

Había convenido con mis amigos que, una vez terminada la visita al templo, me dejarían solo en Chanteiro mientras ellos tenían que hacer no sé que en Puentedeume. Este era el momento tan esperado por mi pues, en soledad y caminando, a mi imaginación nada le cuesta pasar, en brazos de un sueño, a otros tiempos... Tiempos que ¡Ay!, nunca más serán...

Frente a la casa del Moreno me detuve unos minutos imaginarios a fumar un pito con Francisco, el ciego, que, como siempre, encontré recostado en el cómaro de enfrente. Quise seguir un camino que él tambien hizo muchas veces con su sella y me acerqué a la fuente de El Cal. Ya no hay sellas en mi aldea. Allí mojé las manos en el caño del manantial durante un buen rato y luego me senté a oír el canto de su chorro en el regato, recordando como otros castaños más viejos, altos y prietos que los de hoy, subían por la lenta ladera en alguno de cuyos claros celebrábamos aquellos "magostos" que a mi y a los que fueron jovenes conmigo tanto nos complacían. Y eso que las mozas no participaban pues tenían el suyo propio. ¡Eran otros tiempos! Y otras formas de acercamiento que serian inconcebibles para los jovenes de hoy. Me acordé de Baltasar, labriego curtido, con casa de abolengo y molino harinero allí mismo. Y luego rememoré el desaparecido Rego de Bouzoa que era el decente inicio de las pequeñas arterias fluviales que cruzan la aldea: El rego se engrosaba con las aguas de las fuentes de Pedrachá, Vigo, Xurxo y la vena de Outeiro con un último y quizá oportuno aporte de la fuente de Pedrameá. Luego estas aguas se convierten, a través de los prados del Redondo y de las Regueiras, en un regato fuerte, alegre, manso y molinero, en cuyas márgenes crece la espadaña y otras hierbas olorosas de desabrochado perfume cuyos nombres y utilidades siempre lamenté no conocer.

Por la Cachenería bajé a la Rega recogiéndome en un instante de silenciosa -casi sagrada- vibración, ante el salón de baile que ya no lo es. Mi evocación no fue a los momentos inolvidables de la danza sino a aquellas, más cercanas en el recuerdo, parrafadas en el "ambigú" donde Gelucho y yo copeábamos con dulce "mezclado". Algunas noches estaba tambien Constante sobre todo si por la tarde había ejercido su trabajo y venía plata en su bolsillo, en cuyo caso trasegábamos Tres Cepas para honrar al difunto como manda la Iglesia. Ya hablé de las dos tabernas cuando ayer pasé por allí. De la de Filomena, que en los primeros tiempos tuvo, tambien, salón de baile, se decía entonces que los vinos de Zamora que descansaban en aquella pipa de roble viejo, con el reposo se ancheaban. Manecilla sostenía que era debido a los armónicos compases del violín en el baile de los domingos, pues en las otras tabernas esto no pasaba. En la de Dolores, cuya traza aún se nota, con su balcón pintado de nuevo, pero el mismo balcón donde se subían "las músicas" para las verbenas, quisiera yo volver a estar con mi blanca cunca en la mano diestra, viendo como en ella despinta el tinto mientras por la carretera pasa cantando su repetida melodía el carro de Pitusco con su parsimoniosa pareja de vacas rubias. Pero ya no.

Aún así no pude detenerme. Viendo que no había nadie a la vista salté la reja de hierro de traza moderna que antes no estaba allí y volví a pisar, por el placer de hacerlo, la acera tantas veces recorrida. Cabe la puerta, en un gesto automático, apoyé mi mano zurda sobre la encalada pared, allí donde, aquel día, la geométrica caligrafía de Pepe "O Gordo" estaba pintando en colores azulados: "Mesón el Quita Penas". Me bastó un leve movimiento de cabeza para ver, un poco mas allá, a Moncho Manxol, Lolo de Amalia y variados ayudantes que estaban levantando el palco para la orquesta Bellas López y tambien a bastante chavalería con su alegría de fiesta que acarreaba en tropel ramas de laurel desde el cercano Soto del Payán al mando de Che de Rozas, para engalanarlo según la antigua costumbre. Un poco mas arriba, y subido a un endeble poste, estaba Ángel, trajinando con el cableado y con aquellas peculiares bombillas para que por la noche hubiese un poco de claridad en el campo de la fiesta. Fue el último año que estuve en Chanteiro y la última fiesta de la Merced en la que colaboré.

Dejo allí la Cuesta de las Viñas, donde el Convento recolectaba vinos abaciales hoy sin recuerdo si no fuese por su nombre. Caldos que, una vez elaborados en las bodegas del Monasterio, resultaban frescos y tan ligeros cual golondrina que volase al alba primaveral, así consta en viejo pergamino. Me adentro por el camino de la Fontenova -dos piedras descuidadas- para bajar por el Pereiro. No puede ser. De nuevo la maleza. Retrocedo y sigo camino en dirección a las Penas. Me detengo a admirar el bien labrado -y nunca estudiado- escudo sobre la puerta de la casa de El Parrocho y bajo hacia el Pumouro, no sin antes recordar el lugar, aquellas piedras de la cerca, donde Castro me pidió fuego una noche bajo la clara e irreal luz lunar. Yo se lo di y el lo tomó, pero luego recordé que Castro habia muerto años antes. Claro que yo no venía solo aquella noche, traía a bordo bastantes jarrillas del oloroso blanco de Castilla que habíamos trasegado en el bar Buenavista celebrando el santo de Emilio, o quizás el de Victorina.

Allá atrás queda la casa donde casó Adolfo, en la que comienza la pradería que, en continuidad, llega hasta el mismo mar deteniéndose en la arena de la playa, allí donde fue el poco recordado cementerio de vacas. Cuanto nos gustaba, a mis hermanos y a mi, pararnos en cualquier lugar de aquella húmeda pradera a escuchar el silencio de los atardeceres. La casa de Cabador y la de Esmeralda tienen en común el compartir el precioso nombre de la finca donde se levantan: pocos de mis paisanos saben que el terreno, mientras fue propiedad conventual, se llamó: Viña de Pascua. Estoy, ahora, ante la remozada casa de "Antón do Rei". Tenía pocas letras pero era un hombre cabal que sabía ver en el fondo de los corazones. Recuerdo que nos convidaba a las naranjas de su huerto cuyo dulzor, saboreado debajo de la higuera, no he vuelto a encontrar en esta fruta. Corrían otros tiempos cuando Antón le dijo en una ocasión al señor escribano de Puentedeume: "Bule vostede mais coa pluma que eu co arado".

Y que decir de aquellas "desfollas" en la casa de la familia Pena con huerto poblado de apetecibles frutales. Casa de labranza en constante pique con la vecina de Antón, por la calidad y cantidad de las cosechas y ganados. La primera casa de Chanteiro que tuvo alumbrado por gas. En una de mis más queridas fotografías todavía puedo ver al Ney al lado del "palleiro". Si hubiese tiempo, habría que hacer, cualquier día, la nómina de los canes de la aldea. Y mas arriba, el Curro, allí donde aún hoy veo encierros de toros. ¿O serian de gráciles yeguas criadas al viento de los Chás? El horno de Rozas cociendo la dorada borona que impregna con su olor dulzón hasta el comienzo de la corredoira de las Leiras. Por allí voy y me detengo ya en la Penela, ante la desaparecida casa de José Rebón, amigo polifacético que lo mismo nos deleitaba con su violín que tocando la guitarra o el acordeón. ¡Que tardes aquellas, maestro Coira!

Dejo atrás el amplio lar donde oficiaba de cantero y herrero otro de los Rebones, Manolo, y sus hijos, que creo todavía viven. Aunque para mi tengo, que de lo que mas oficiaba era de pescador por aquellas riberas desde Figueirido a Coitelada presumiendo siempre de su arte para no resbalar en las "penedas" cubiertas de algas. ¡Y que bien segaba la hierba de esas pinas riberas!, desafiando su verticalidad.

Bebo en la fuente de Outeiro, allí donde estoy invitado a fiestas por la autoridad competente el domingo y por la pina carretera llego al manantial de Xurxo donde vuelvo a beber recordando paladares ya idos. Antes pasé por las Cancelas, donde eran aquellos bailes con los que Alfredo nos obsequiaba con su "gramola". Chanteireses: ¿Habéis reparado, por ventura, que nuestra aldea comienza haciendo mención a una entrada, la Puerta del Río y terminaba con esta otra: las Cancelas? Tengo la impresión que algo muy valioso tuvo que guardar en su seno.

Y por la asfaltada corredoira, Xurxo arriba, alcanzo el barrio de Vigo, del que tengo para mi es el mas antiguo de Chanteiro. Las apretadas casas que están al frente de la del Minero, fueron posiblemente, sobre otros arcaicos cimientos, las primitivas de aquellos antepasados nuestros que abandonaron los cercanos castros. ¿Y su fuente?, ¿como es posible que ningún boticario de Ares haya realizado un análisis? Su emboque tiene algo especial y diferente aún hoy, según compruebo. Convendría averiguar con que desconocidos minerales tropiezan aquellas subterráneas aguas para adquirir este peculiar sabor. ¿Nunca reparasteis que en las casas que llevaban sus sellas allí, vivían las mas guapas mozas de la aldea?...

Y voy para Pedrachá dejando atrás los lares del Manxol y del Aviador. La casa de su hermana y la de mi amiga Luisa, y otras, dentro del compacto "rueiro" en cuya evocación ya no quiero detenerme. Tanto recuerdo comienza a lastimarme, como me temía. Aún así miro puertas y solainas buscando los ojos oscuros que no pueden estar. Y mejor que no estén para poder seguir soñando... Mis ojos lagrimean, lagrimas escarchadas, ¡Este paseo es demasiado! Con gran apuro bajo la cuesta de las Viñas y decido despedirme de las dos desaparecidas tabernas de mis más tempranos días de bebedor: El Tropezón y "O Salto das Penas".

Creo que fue en el Salto donde aprendí a beber bebiendo. El ribeiro estaba en aquel bocoy más trasero y oscuro, sobre su andamiaje de "aveneiro". Jamás otro vino me supo igual. No lo sé, pero posiblemente queda alguien con memoria: Estábamos bastantes en la tasca, aunque no puedo recordar nombres; ya era noche y habían abierto sus ojos parpadeantes los luceros. Nos pusimos a tono tomando espuelas de caña blanca que Francisco servía con voluntad; después de las espuelas salimos en tropel, caminamos apenas veinte pasos y celebramos la mayor cencerrada que nunca haya sido dada a un chanteirés. ¡Dios lo tenga en la gloria!

De El Tropezón tengo tambien otro recuerdo: Era primavera y el sol secaba los enlamados caminos, su creciente fuerza y la tibia luminosidad invita a sentarse a la sombra, a la puerta de la cantina, con la blanca taza en la mano. La estampa la rememoro nítida: Yo veo el humo de la fragua del gaitero Albino y hasta mí llegan los rítmicos sones de su martillo batiendo sobre el yunque alguna pieza artesana... Ahora que caigo, cuanto disfrutábamos allí cuando alguna mañana dominguera el gaitero ensayaba una alborada en su era. De vez en cuando oíamos a Juanito que decía, concentrado en el ritmo y en su atambor: en esta tocata redoblo...

Salgo de la taberna evitando tropezar en el pétreo tope del portalón de la cerca y subo en dirección al Cucheiro. Poco mas arriba el cansancio me hace coincidir con "Xan da Cesteira", arrimado al murete de su casa, tomando la fresca y comiendo una codia de pan de borona con tocino que cortaba encima del pan con su afilada navaja y sobre la misma lo llevaba a la boca. ¡Que parrafada nos regalamos en recuerdo de los buenos tiempos! Juan siempre tuvo un habla antigua que me sobrecogía. Cuando me marché, corredoira arriba, tengo que decirlo aunque no estoy seguro, me pareció oír su conocido grito de saludo: ¡¡Arriba España!!

Pasé por debajo de donde fueron buenos castaños en el Monteiro, con sus sabrosas castañas, hoy todo desaparecido aunque un buen observador encontrará en el alto y modelado cómaro de la corredoira, cual radiografía testimonial, las marcas resecas de las retorcidas raíces que los sostuvieron. Y volví a alcanzar las Cancelas allí donde algún desaprensivo rellenó la corredoira para ponerla al nivel de su finca y otro, mas aprovechado aún, hizo desaparecer el camino de carro que lindaba la casa de mi inolvidable Molotó. No tuve tiempo a enfadarme pues, en ese momento, mis amigos, ya de regreso, me hicieron subir al auto. Pero en Aten -Atta: padre- les rogué que se detuvieran unos minutos. Quería llenar mis ojos con la panorámica de la ría y dejar que sobre mi rostro se deslizase, una vez más, o por última vez, aquel aire rápido que siempre reina en el lugar. Allá arriba la cima del monte Faro, aquí abajo la ribera marítima y en algún punto del umbrío bosque -hoy tojo y eucalipto donde fueran castaños y recios carballos- la Fontesagrada. ¿Recuerdas Ignacio: la fuente Sagrada que siempre salía en conversación cuando caminábamos por allí y convenimos en estudiar? ¿Por que, sagrada? Sería, a lo mejor, por alguna divinidad adorada en los cercanos castros. Porque aquí es un lugar de castros como pocos. Tierra de castros y lugares con nombres tan musicales que se hacen puro verso en los labios. De la aldea son: Petorella, Agreixón, Esparaños, Pumardeira, Orxal, Avarente y tantos otros que salen de vez en cuando al revolver las viejas escrituras de difícil caligrafía en las que tanto anduvo mi admirado Paco Pego.

Todo esto escribo yo con mi vieja pluma en inaplazable ejercicio de saludo y despedida. ¿Que son cuatro o cinco días en la tierra madre, después de tanta ausencia?... Pero siempre queda algo que añadir y quiero decirlo ahora: En mis años juveniles pensé, mas de una vez, sentado ante una jarra de tinto en aquella larga mesa de pino, blanqueada por el continuo fregado con lejía, de la tasca de Dolores que luego regentó, muy bien por cierto, el señor Pitón y la señora Pepita, que podría escribir sobre Chanteiro y contar sus cosas, bien contadas, para que no se perdiesen. Casi siempre estos proyectos nacían allí, después de besar tres o cuatro veces la blanca jarra, al regreso de mis moceos en la Penela o en Pedrachá. Los moceos nunca fructificaron y mi intención de escribir sobre la querida aldea, tampoco. Probablemente ahora pague en este repentino atrevimiento de mi pluma, frágiles fragmentos de mi memoria después de tantos años, aquel accidental pecado de soberbia juvenil.

NOTA:

El autor de este imaginario relato, basado en recuerdos reales, es mi amigo chanteirés de infancia nacido como yo en 1943 : Carlos Rodríguez Cartelle.

 

Romayo de Chanteiro

 

 

 

Apellidos: - MAYOBRE REBÓN

Apellidos: -    MAYOBRE    REBÓN

MAYOBRE
Apellido de origen catalán, composición gráfica o evolución de Mallobre, debido probablemente a la emigración a una región de pronunciación distinta, donde toma grafía distinta con el paso del tiempo, terminado por registrarse con la nueva forma, fundando una nueva rama legítima del apellido, que es la que nos ocupa.
Francese de R. Moll, en su libro Els llinatges Catalans, dice: del nombre germanico Amalafrid, compuesto del radical Amal - (indicador de una raza real de los ostrogodos), y Frid "paz".
Aparece registrado este apellido en el apartado que B. Moll reserva a los apellidos de origen catalán, esto quiere decir que aunque radique este apellido en Cataluña, procede de otra lengua, y se introdujo en la catalana cuando ésta ya estaba formada, por lo tanto lo refiere como un elemento externo y posterior a la consolidación del idioma.
Es interesante señalar la existencia de una población, con el nombre de MAYOBRE en mi municipio de ARES A Coruña, donde posiblemente tomaron asiento los primeros miembros fundadores de este apellido.
El Municipio de ARES, sufrió una invasión vikinga en 884, expulsada al año siguiente por Ramiro I "El Monje", y otra en el año 968, en la que penetraron en Galicia los daneses que acompañaban a Gundre y permanecieron en estos territorios durante tres años.
A mediados del siglo XIV pasó a pertenecer a Fernán Pérez de Andrade por cesión de Enrique II.
A mediados del Siglo XVIII se instalaron inmigrantes catalanes que introdujeron la salazón del pescado.
Entre 1804 y 1805 su costa sufrió el asedio de los navíos ingleses comandados por Sutton y Cocharane.
MAYOBRE
Escudo en sinople, una torre de plata.

 

REBON

Todos los indicios encontrados en la investigación del apellido REBON, nos conducen a pensar que se trata de un apellido toponímico. Se denominan toponímicos aquellos linajes que tomaron por apellido el nombre del lugar en que dichos miembros poseyeron señoríos, heredamientos u otro tipo de posesiones.
Así, en el caso que nos ocupa, encontramos REBON en un lugar de la provincia de Pontevedra, en el municipio de Barro y parroquia de Santa María de Verdecanay, de donde posiblemente tomara mi familia su apellido.
No es raro encontrar casos similares a este, en los que el origen de un apellido permanece total o parcialmento oculto. La explicación es sencilla ya que el origen de los apellidos se conoce a través de documentos escritos (antiguas partidas de ncimiento y de matrimonio, pruebas de nobleza e hidallguía), que pueden perderse en el transcurso del tiempo con relativa facilidad. Tengamos en cuenta que la nuestra ha sido una nación prolífera en guerras y enfrentamientos de diversa índole, que ha traído consigo incendios y destrucciones de multitud de archivos y documentos.
Personalmente creo que puede tener una raíz francesa similar a Rebount y Borbón
REBON
Escudo en azur, sobre ondas de azur y plata con un puente de tres ojos, de oro, mazonado de sble y sumado de una cruz de calvario, de oro, adiestrada de un castillo, del mismo metal, almanado, mazonado de sable y aclarado de gules, y siniestrada de una puerta de muralla, de oro, almenada, mazonada de sable y aclarada de gules.